El Vocabulario de Salarrué

Cuando pensamos en Cuentos de barro, uno de los rasgos distintivos que se nos viene a la mente es su lenguaje. Salarrué lo sabía, y es por ello por lo que remató su obra con un Vocabulario. El detalle del nombre es importante porque da pistas sobre la forma en que el autor lo concibe: es un concepto más amplio que glosario; no se limita a las palabras de su obra, sino que abarca muchas otras.

Salarrué define palabras que no se leen en sus cuentos y explica acepciones distintas de las que se emplean. En nuestro breve pero intenso camino por la edición hemos aprendido que debe haber un criterio que justifique qué palabras se anotan en un texto. Pues bien, Salarrué no era un hombre de reglas. Además del léxico del habla particular de los indios cuscatlecos, en su Vocabulario incluye palabras con alteraciones fonéticas cuya forma tradicional le es familiar a cualquier lector.

jumar. Fumar.

No sigue un criterio estable, de manera que en sus cuentos podemos encontrar muchos americanismos y variaciones fonéticas no documentadas en el Vocabulario. Más allá de qué entradas incluya, en todas sus definiciones deja claro su amor por el lenguaje.

Lo hace al combinar explicaciones escuetas basadas en traducciones fonéticas y sinónimos…

tunco. Cerdo.

… con otras que tienen el rigor de una enciclopedia, mientras da muestras de sus conocimientos gramaticales.

mero. 1. Pez muy grande de carne delicada. 2. Casi. Bastante. En este último sentido, es adjetivo y concuerda en género y número con el sustantivo: mera buena, bastante buena. En el primer sentido es adverbio, y como tal, invariable, aunque admite el diminutivo: ya merito se cae, ya casi casi se cae.

Se permite, además, introducir comentarios y hacer resonar su voz como marca de literariedad en un tipo de texto tradicionalmente tan poco literario.

helado. Frío, aunque no se trate —ni mucho menos— de hielo.

Queda demostrado que el Vocabulario de Salarrué es parte de su literatura, y nuestro deber como editores es mimarlo. Las notas al pie que hemos introducido en los cuentos no pretenden sustituirlo; al contrario, nuestro fin es que los lectores agilicen su lectura cuando no comprendan algún término, sin dejar de disfrutar de las aclaraciones del propio Salarrué tras llegar al final de su último cuento, que no de su obra.

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