Biblia y Ciencia, Creacionismo

¿Es obligatorio para un cristiano aceptar el Creacionismo de la Tierra Joven

Por Fernando E. Alvarado

Entre los cristianos hay falta de consenso sobre la antigüedad de la creación; esto explica las múltiples interpretaciones de los primeros capítulos de la Biblia. Entre aquellos que creemos en la veracidad y origen divino de las Escrituras, dos sistemas de interpretación suelen ser aceptados: El Creacionismo de la Tierra Joven (CTJ) y el Creacionismo de la Tierra Antigua (CTA).

CREACIONISMO DE LA TIERRA JOVEN

El Creacionismo de la Tierra Joven (CTJ) ha ejercido mucha influencia en los Estados Unidos, desde mediados del siglo XX, sobre todo en ámbitos religiosos, pedagógicos, y también en la opinión pública, debido a la calidad de sus publicaciones que ha ido progresivamente en aumento durante las tres últimas décadas. A pesar de las críticas que se le hacen, procedentes sobre todo de ambientes evolucionistas, el número de personas que lo suscriben crece principalmente en los Estados Unidos y en algunos países europeos como el Reino Unido. En América Latina este movimiento suele ir de la mano de teólogos y maestros generalmente asociados con los sectores más fundamentalistas del evangelicalismo (sobre todo neocalvinistas y otros reformados), los cuales interpretan cualquier otro punto de vista como una traición a la fe. El CTJ se caracteriza por:

(1) Fe en una creación realizada por parte de Dios, tal como muestra el Génesis bíblico, en la que los géneros básicos de seres vivos aparecieron ya perfectamente desarrollados y maduros desde el principio.

(2) Aceptación del cambio y la transformación de todos los animales y plantas, pero siempre dentro del ámbito de cada género o tipo creado.

(3) Insistencia en que la microevolución no demuestra la macroevolución y, por tanto, no debe extrapolarse la una a la otra. La primera es considerada una realidad biológica, mientras que la segunda sólo una hipótesis no demostrada.

(4) Se rechaza la doctrina darwinista de la descendencia común con modificación, que afirma que todos los seres vivos del planeta -desde las bacterias hasta los seres humanos- descenderían de un antepasado común, una hipotética célula original. En contra de tal doctrina los proponentes de la CTJ señalan la evidencia de diseño y discontinuidad biológica que muestra la naturaleza.

(5) Su principal postulado consiste en asumir, desde la Biblia, una filosofía abierta de la ciencia humana. Acepta que Dios actúa en la historia y en la naturaleza de manera directa, dejando pruebas de su existencia. Esto significa que cualquier planteamiento científico que pretenda desvelar el misterio de los orígenes, sin tener en cuenta la acción del Dios creador, está condenado al fracaso.

(6) Aceptan la creación repentina del universo, la energía y la vida a partir de la nada (creación ex nihilo).

(7) Se acepta que todos los tipos básicos de organismos fueron creados directamente por Dios durante la semana de la creación, tal como se relata en los dos primeros capítulos de Génesis. De la misma manera, se cree en la realidad histórica de Adán y Eva que fueron creados para ser los progenitores originales de la humanidad. Sin embargo, al rebelarse contra su Creador desencadenaron una Caída moral y espiritual histórica que afectó también la economía de toda la naturaleza. La maldición de Génesis 3:14-19 constituyó un cambio radical que modificó todo el orden natural y afectó no solo a los humanos sino a todos los seres vivos creados.

(8) La muerte entró en el mundo con Adán. El pecado de los primeros padres desencadenó el dolor, el sufrimiento y la muerte en todas las criaturas. Los CTJ afirman que, si la muerte y la extinción de las especies ocurrió antes de la entrada del pecado humano en el mundo, entonces estaríamos ante una injusticia divina. El responsable de tanto derramamiento de sangre inocente, sufrimiento y muerte de animales a lo largo de millones de años, antes de que apareciera el hombre, sería únicamente Dios. Esto no es lo que dice la Biblia. De ahí que se rechacen los planteamientos de la geología histórica y la paleontología evolucionistas.

(9) La muerte no entró en el mundo antes del pecado de nuestros primeros padres, lo cual implica que Dios no usó la macroevolución para crear. Las condiciones actuales de nuestro planeta son muy diferentes de las que tenía la Tierra primitiva, puesto que Dios maldijo la creación a causa del pecado del hombre, introduciendo así toda una serie de procesos degenerativos en aquello que había sido creado perfecto.

(10) Afirman que los hombres coexistieron con los dinosaurios y el diluvio bíblico fue una catástrofe universal que anegó toda la superficie terrestre, alteró de forma drástica las condiciones ambientales originales y formó rápidamente la mayor parte de la columna geológica o serie estratigráfica mundial.

(11) El diluvio de Noé fue un acontecimiento histórico global, tanto en su extensión geográfica como en sus consecuencias geológicas. Esto implica que casi toda la geología del planeta estaría condicionada por semejante catastrofismo. Las historias bíblicas de Adán y Eva, así como la del diluvio mundial de Noé, vendrían reforzadas por la credibilidad y autoridad que les otorga el propio Señor Jesús, al referirse a ellas (Mt. 24:37-39).

(12) El mundo habría sido creado en seis días de 24 horas, tal como sugiere el relato de la Biblia. La Tierra sólo tendría unos pocos miles de años de antigüedad (entre 6.000 y 15.000 años) y rápidamente estuvo preparada para constituir el hogar del ser humano.

(13) En contra de la extendida creencia de que el CTJ asume la cronología del arzobispo irlandés James Ussher (1581-1656), quien calculó que la Tierra había sido creada el domingo 23 de octubre del año 4004 a. C., no todos los proponentes del CTJ consideran válida dicha fecha, ya que la Biblia no ofrece una edad concreta.

(14) Los CTJ, no obstante, insisten en hablar de miles y no de millones de años de antigüedad de la Tierra. Rechazan, por consiguiente, los métodos de datación de la geología estándar, por considerar que las dataciones evolucionistas de millones de años para la Tierra, y los seres vivos fosilizados que la habitaron en el pasado, suponen erróneamente la constancia de las condiciones ambientales. Afirman, en cambio, que esto no puede saberse, ya que dichas si éstas hubieran variado en el pasado como consecuencia de catástrofes planetarias, impacto de meteoritos sobre la Tierra, el propio diluvio universal, cambios en la intensidad del campo magnético terrestre, aumento o disminución de la radiación cósmica que nos llega procedente del espacio, contaminación de muestras, etc., entonces tales pruebas darían resultados erróneos con edades muy elevadas que no se corresponderían con la realidad. Además, se afirma que las rocas terrestres que se pretenden datar pudieran contener elementos químicos mucho más antiguos que ellas mismas, pues no se sabe nada de la fecha de su creación, sin embargo, esto no significa necesariamente que dicha roca sea tan antigua como los elementos que contiene y que no haya podido tener una formación mucho más reciente[1]

La interpretación literal extrema del relato del Génesis planteada por los CTJ, suele enfrentarlos a menudo no solo con los no creyentes, sino también con otros cristianos que profesan la creencia en una tierra antigua. Para estos últimos, el Creacionismo de la Tierra Joven constituye una negación de la evidencia, planteando además un conflicto innecesario entre ciencia y Biblia. Según eruditos como Paul Nelson y John M. Reynolds, dos filósofos estadounidenses creacionistas:

“Los creacionistas recientes (CTJ) deben aceptar con humildad que su punto de vista es, por el momento, poco convincente sobre una base científica pura”[2]

Otro inconveniente para el CTJ es el que supone la “apariencia de antigüedad” que muestra el planeta y los seres vivos que éste alberga. Algunos CTJ sugieren que Dios creó un universo que aparenta ser antiguo, pero no lo es. El problema con esta respuesta es que haría del Creador alguien que engaña o induce al error. Además, resultaría inadecuado para el desarrollo de la ciencia y del conocimiento humano considerar que la mayor parte de la historia del universo no es real sino aparente. Tal argumento también nos lleva a preguntarnos: ¿Por qué crearía Dios un cosmos que pareciera antiguo sin serlo? Los CTJ responden que quizás el Creador necesitaba un universo inmenso para sostener la vida sobre la Tierra y no tuvo más remedio que hacerlo así, o que aquello que para los humanos resulta “aparente”, puede no serlo desde la perspectiva divina. Sin embargo, muchos creacionistas de la tierra joven no se sienten cómodos con tales respuestas y continúan trabajando con modelos cosmológicos que no requieran la apariencia de edad.

CREACIONISMO DE LA TIERRA ANTIGUA

El creacionismo de la tierra antigua (CTA), es un término genérico utilizado para describir a los creacionistas bíblicos que niegan que el universo hubiera sido creado en los últimos 6.000 a 10.000 años, en el transcurso de seis días consecutivos de 24 horas. Más bien, los creacionistas de la tierra antigua creen que Dios creó el universo y sus habitantes (incluyendo a Adán y Eva de manera literal), durante un período de tiempo mucho más largo de lo que es permitido por los creacionistas de la tierra joven. Hay una larga lista de notables líderes cristianos que sostienen (o sostuvieron en vida) una interpretación de una tierra antigua (y esa lista sigue creciendo actualmente). La lista incluye a hombres como Walter Kaiser, Norman Geisler, William Dembski, J.I. Packer, J.P. Moreland, Philip E. Johnson, Chuck Colson, Francis Schaefer, y el erudito del antiguo testamento Gleason Archer.

Los creacionistas de la tierra antigua generalmente están de acuerdo con los cálculos científicos convencionales de la edad del universo, la humanidad y de la tierra misma, y al mismo tiempo rechazan las afirmaciones de los evolucionistas teóricos modernos con respecto a la evolución biológica. Los creacionistas de la tierra antigua y sus hermanos creacionistas de la tierra joven sostienen varios puntos importantes en común, entre los cuales están:

(1) La creación literal del universo de la nada hace un tiempo infinito (creación ex nihilo).

(2) La creación literal de Adán del polvo de la tierra, y la creación de Eva del costado de Adán, así como la historicidad del relato de Génesis.

(3) El rechazo de la afirmación de los Darwinistas que dice que la mutación aleatoria y la selección natural puede corresponder adecuadamente a la complejidad de la vida.

(4) El rechazo de la afirmación de que Dios usó el proceso de evolución para traer el hombre al presente (evolución teísta). Tanto el creacionismo de la tierra antigua como el de la tierra joven rechazan categóricamente la teoría de ancestros comunes.

Sin embargo, los creacionistas de la tierra antigua difieren con los creacionistas de la tierra joven en los siguientes puntos:

(I) La edad del universo. Los creacionistas de la tierra joven creen que Dios creó el universo hace 6.000 a 10.000 años. Los creacionistas de la tierra antigua ubican el evento de la creación en aproximadamente 13,7 billones de años, estando así más acorde con la ciencia «convencional», por lo menos en este punto.

(II) El tiempo de la creación de Adán y Eva. Los creacionistas de la tierra joven ubican la creación de Adán a más tardar, hace 10.000 años. Los creacionistas de la tierra antigua discrepan en este punto, con estimaciones que oscilan entre 30.000 y 70.000 años atrás.

La controversia entre los dos puntos de vista sobre el creacionismo depende del significado de la palabra hebrea yom, que significa «día». Según diversos eruditos bíblicos, el alcance semántico de yom, traducido como “día”, se limita a solo cinco significados: (i) Un período de luz en un ciclo de día/noche; (ii) un período de 24 horas; (iii) Un concepto general o vago del tiempo; (iv) un punto de tiempo específico y (v) un período de un año[3]

Los creacionistas de la tierra joven insisten en que el significado de la palabra yom en el contexto de Génesis 1-2 es un período de tiempo de 24 horas. Los creacionistas de la tierra antigua no están de acuerdo y creen que la palabra yom se utiliza para denotar una duración de tiempo mucho mayor. Los creacionistas de la tierra antigua plantean numerosos argumentos bíblicos para defender su punto de vista, entre ellos:

(1) La palabra yom se usa en otras partes de la biblia, donde se refiere a un largo período de tiempo, especialmente en el Salmo 90:4, que posteriormente el apóstol Pedro lo menciona: «un día (yom) es como mil años» (2 Pedro 3:8).

(2) El séptimo «día» es de miles de años. Génesis 2:2-3 dice que Dios descansó en el séptimo «día» (yom). La biblia enseña que sin duda aún estamos en el séptimo día; por tanto, la palabra «día» también podría estar refiriéndose a un largo período de tiempo con referencia a los días uno hasta el seis.

(3) La palabra «día» en Génesis 1-2 es mayor a 24 horas. Génesis 2:4 dice, «Estos son los orígenes de los cielos y de la tierra cuando fueron creados, el día que Jehová Dios hizo la tierra y los cielos». En este versículo, «día» se refiere a los seis primeros días como un todo y, por lo tanto, tiene un significado más flexible que simplemente limitarse a un período de 24 horas.

(4) El sexto «día» es probablemente mayor a 24 horas. Génesis 2:19 nos dice que Adán observó y le dio un nombre a cada animal vivo sobre la tierra. En sentido literal, no parece que Adán pudiera haber completado esa tarea monumental en un simple período de 24 horas[4]

Tomando en cuenta tales consideraciones es difícil sostener que el relato de los 6 seis días de la Creación mencionados en Génesis 1-2 sean días literales de 24 horas.

En cambio, los creyentes del CTA proponen las siguientes alternativas:

I.- LA TEORÍA DE LA BRECHA: La teoría de la brecha ha tenido un auge en los últimos años, a pesar surgir a inicios del siglo XV con el teólogo holandés Simon Episcopius, teólogo protestante holandés y discípulo de Jacobo Arminio. Esta teoría afirma que existe un período de tiempo indefinido entre los primeros dos versículos de la Biblia. Esta “brecha” entre Génesis 1:1 y Génesis 1:2, se dice, es de millones de años.

“En el principio Dios creó los cielos y la tierra. La tierra estaba sin orden y vacía, y las tinieblas cubrían la superficie del abismo, y el Espíritu de Dios se movía sobre la superficie de las aguas” (Génesis 1:1-2)

Quienes sostienen esta teoría afirman que es la respuesta al registro fósil y que durante la brecha Satanás cayó del cielo al rebelarse contra Dios. Se dice que esa es la razón por la que Génesis 1:2 dice que la tierra no tenía orden y estaba cubierta por tinieblas, ya que Satanás, la personificación del caos, habitaba en ella. En el lejano pasado, sin fecha, Dios creó un cielo y una tierra perfectos. Lucifer era el gobernante de la tierra, que estaba poblada por una raza pre-adámica de seres. Eventualmente, Lucifer, que vivía en un Jardín del Edén (Ezequiel 28), se rebeló deseando llegar a ser como Dios (Isaías 14). Debido a la caída de Satanás, el pecado entró en el universo y trajo a la tierra el juicio de Dios en forma de un diluvio (indicado por el agua de 1:2), y luego una era de hielo global cuando la luz y el calor del sol se eliminaron de alguna manera. Todos los fósiles de plantas, animales y humanos en la tierra hoy datan de este ‘Diluvio de Lucifer’ y no tienen ninguna relación genética con las plantas, animales y fósiles que viven en la tierra hoy”[5]

Para los que sostienen esta teoría hay un contraste obvio entre Génesis 1:1 (creación perfecta) y Génesis 1:2 (caos y oscuridad). Por ende, se piensa que algo sucedió en medio de estos dos versos que causó que el estado de la tierra fuera “desordenado y vacío” por millones de años. Se dice que, después de que transcurrió este tiempo, Dios inició un proceso de restauración y reconstrucción de la tierra desde su estado vacío y desolado. Esto ocurrió hace miles de años y está registrado en los primeros dos capítulos de Génesis como una segunda creación.

Para quienes afirman esta teoría, la estructura de los primeros capítulos de Génesis está basada en estas eras de tiempo:

(1) Tierra original pasada (Génesis 1:1): Caída de Satanás, juicio a través de un diluvio.

(2) Desolación: Millones de años (soporte científico a través del registro), la Tierra original queda en ruinas y destruida (Génesis 1:2)

(3) Resultado del juicio de Dios: Tierra restaurada y actual (Génesis 1:3 – 2:3)

(4) Siete días de la creación descritos en Génesis.

Algunos sostienen que en el período de tiempo entre el verso 1 y 2 tomó lugar una batalla entre Dios y Satanás con sus ángeles caídos, y la tierra quedó en ruinas debido a eso. Esta teoría haya soporte bíblico en textos como 2 Pedro 3:5-6, Génesis 1:9-10, Isaías 14:13-14, y Ezequiel 28:14.

G. H. Pember, teólogo inglés proponente de la teoría de la brecha afirma:

“Hay lugar para cualquier espacio de tiempo entre el primer y el segundo versículo de la Biblia. Y de nuevo; puesto que no tenemos un relato inspirado de las formaciones geológicas, estamos en libertad para creer que se desarrollaron en el orden en que las encontramos hoy. Todo el proceso tuvo lugar en tiempos pre-Adámicos, en conexión, quizá, con otra raza de seres, y, consecuentemente, no nos concierne al presente[6]

La Teoría de la Brecha no busca en manera alguna sostener el evolucionismo como sugieren los CTJ. De hecho, la teoría de la brecha es anterior al evolucionismo y no depende de la evolución. Para los defensores de esta teoría, los sucesos entre la creación de la tierra y la historia de la creación de los siete días están envueltos en el misterio, pero el desarrollo de la vida desde el organismo unicelular hasta formas más avanzadas de vida por evolución no es necesario. Aunque la teoría de la brecha, aceptada por muchos creyentes en el creacionismo de la tierra antigua, fue desarrollada por primera vez en el siglo XVII por Simon Episcopius, esta fue promovida por Thomas Chalmers en el siglo XIX y popularizada por la Biblia de Referencia Scofield de 1917 y es, a menudo, la interpretación más popular entre los pentecostales.

II.- EL CREACIONISMO PROGRESIVO: El creacionismo progresivo (también llamado «proceso de creación»), es la creencia de que Dios creó los cielos y la tierra durante un largo período de miles de millones de años, y no en seis días de 24 horas como afirma el CTJ. Los creacionistas progresivos pueden ser liberales o conservadores en su sistema de creencias teológicas, pero generalmente están de acuerdo en lo siguiente:

• El «Big Bang» fue la manera en que Dios produjo estrellas y galaxias a través de miles de millones de años de procesos naturales.

• La tierra y el universo tienen miles de millones de años de antigüedad, y no tan sólo unos miles de años.

• Los días de la creación fueron períodos escalonados de millones y miles de millones de años.

• La muerte existió desde el comienzo de la creación. El hombre fue creado después de que la gran mayoría de la historia de la vida y de la muerte en la tierra ya había sucedido.

El creacionismo progresivo es una creencia que se opone tanto al evolucionismo ateísta como al creacionismo de la tierra joven. Constituye un intento por conciliar el registro fósil con el relato de la creación de Génesis. Los creacionistas progresivos afirman que Dios estuvo íntimamente involucrado en el desarrollo de la vida en el planeta Tierra. Intervino a lo largo de los millones de años de historia para crear nuevas especies, a medida que las antiguas se extinguían.

Los creacionistas progresivos consideran que la naturaleza es el «libro número 67 de la Biblia», y que esta nos revela tanto acerca de Dios como las Escrituras. Si bien los creacionistas progresivos aceptan una tierra antigua, no creen que una especie evolucionó en otra. En cambio, creen que Dios creó cada especie nueva a medida que las especies más antiguas se extinguían. Esto les permite creer en un Adán literal.

Las enseñanzas del creacionismo progresivo no son nuevas, pero en los últimos años ha recibido publicidad favorable a través de radio, televisión, revistas y libros cristianos. Hugh Ross, astrofísico canadiense, apologista cristiano y creacionista, es uno de los principales partidarios de esta teoría en la actualidad[7]. Esta teoría suele complementarse con la Teoría de la Brecha, aportando la base científica para la misma, mientras que la Teoría de la Brecha proporciona el fundamento teológico para el creacionismo progresivo.

III.- EVOLUCIONISMO TEÍSTA O CREACIONISMO EVOLUTIVO: La evolución teísta afirma la existencia de Dios. Afirma que Él estuvo involucrado directamente en el origen de la vida, creando los bloques de construcción para la mismo y estableciendo las leyes que rigen la naturaleza con la intención del surgimiento eventual de la vida a partir de material inerte. Esta opinión es similar a la evolución ateísta, en el sentido de que presume un origen naturalista de la vida.

El evolucionista cristiano cree que la Tierra es extremadamente antigua. Cree también que, aunque la vida se desarrolló por evolución de las especies, Dios condujo la vida paso a paso por un camino que la llevó de la simplicidad primitiva hasta la complejidad contemporánea, similar al evolucionario árbol de la vida de Darwin (el pez engendró anfibios, quienes a su vez engendraron reptiles, quienes engendraron aves y mamíferos, etc.). Donde la vida no era capaz de evolucionar naturalmente, Dios lo hizo (¿cómo es que un miembro de los reptiles evolucionó para convertirse en el ala de un pájaro naturalmente?) Esta teoría es similar a la creación especial en que se presume que Dios actuó sobrenaturalmente de alguna forma para traer la vida como la conocemos. De este modo, el evolucionismo cristiano toma elementos de ambos sistemas: evolucionismo y creacionismo.

La evolución teísta es probablemente la visión más aceptada del creacionismo de la tierra antigua y es, definitivamente, la más sincrética. Esta teoría es aceptada por la gran mayoría de los budistas, hindúes, judíos y personas religiosamente no afiliadas. También es aceptado por casi la totalidad de los eruditos católicos, ortodoxos y protestantes liberales. Los cristianos más conservadores, sin embargo (y esto incluye a los pentecostales), suelen rechazar esta teoría.

¿DEBERÍA NUESTRA INTERPRETACIÓN DE LA CREACIÓN CONSIDERARSE UNA PRUEBA DE NUESTRA ORTODOXIA?

Los temas que dividen a los creacionistas de la tierra joven y antigua son complejos y significativos. Sin embargo, este asunto no debería convertirse en una prueba para la ortodoxia. En ambos lados de este debate hay mujeres y hombres piadosos. En el análisis final, los creacionistas bíblicos, tanto de la tierra joven como de la antigua, tienen mucho en común y deben trabajar juntos para defender la fiabilidad histórica de la narración del Génesis. Además, debemos tener en cuenta que el mecanismo del desarrollo de la vida en la tierra no es un problema de salvación.

REFERENCIAS


[1] Henry M. Morris and John D. Morris, The Modern Creation Trilogy: Scripture & Creation, Vol. 1 (Green Forest, AR.: Master Books, 2004), 76.

[2] Moreland, J. P. y Reynolds, J. M. 2009, Tres puntos de vista sobre la creación y la evolución, Vida, Miami, Florida, p. 51.

[3] Jonathan Sarfati, Refuting Compromise: A Biblical and Scientific Refutation of “Progressive Creationism” (Billions of Years) as Popularized by Astronomer Hugh Ross (Green Forest, AR.: Master Books, 2004), 67-68.

[4] J. Weingreen, A Practical Grammar for Classical Hebrew, Oxford, UK.: Oxford University Press, 1967.

[5] W.W. Fields, Unformed and Unfilled [Sin formar y Sin llenar] (Collinsville, IL: Burgeners Enterprises, 1976), p. 7.

[6] G.H. Pember, Earth’s Earliest Ages [Las Edades más Tempranas de la Tierra] (New York: H. Revell Company, 1900), p. 28

[7] Hugh Ross, The Creator and the Cosmos, 2d ed. (Colorado Springs, CO: NavPress, 1995), 115-16.

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