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Identidad salvadoreña expresada a través de cambios fonéticos en expresiones coloquiales del libro: Cuentos de Barro de Salvador Salazar Arrué Por: Alejandra Milena Valencia Alemán Universidad de El Salvador Resumen: Cuentos de Barro de Salarrué es el libro escrito por el salvadoreño más publicado y leído durante los años veinte y finales del cincuenta. La razón de este éxito se explica, solo en parte, al hecho de que sea un libro requerido en los planes oficiales de estudio. Su favorable acogida radica en que este libro ha pasado a ser la expresión literaria de la nacionalidad, el ser salvadoreño, puesto que plasma a través de palabras significativas para entender el habla de aquella época, aunque la lengua es dinámica, algunas siguen vigentes dentro del léxico nacional. Es imposible leerlo sin hacerse partícipe esa inocente admiración que propone el autor por el campesino humilde de nuestro país. En el siguiente artículo se presenta una serie de análisis aplicados a dieciséis cuentos de Salvador Salazar Arrué del libro Cuentos de Barro, se pretende abordar estos desde la perspectiva de los Estudios culturales e identificar cómo se representa la identidad cultural a través de dichos, refranes y expresiones coloquiales, haciendo énfasis en las palabras que sufren cambios fonéticos y morfológicos, presentes en ellos. Para esto ha sido necesario contemplar la guía de análisis de Gilberto Giménez sobre la cultura popular y tomarla como base para el mismo, en donde solo tres categorías serán de utilidad para este trabajo: Lengua, religión y magia, vida cotidiana. Palabras claves: Identidad cultural, costumbrismo, literatura salvadoreña, estudios culturales. Introducción Durante décadas intelectuales salvadoreños han tratado de definir la identidad cultural del país por medio de artículos publicados en las revistas de cultura; estos intentos han surgido por la necesidad de cómo actúa, habla o comporta el salvadoreño en su contexto, para ello se toma a bien valerse de novelas que a través de evidencia textual se muestran expresiones habituales o cotidianas. Para abordar este artículo es significativo hacer mención del concepto de identidad; esta debe entenderse como un conjunto de rasgos que definen a una persona o sociedad en general, lo que lo hace único y diferente a los demás, o que lo caracteriza y lo identifica (Giménez, 2007). A esto se le puede agregar las variables personal, social, cultural o nacional. Se habla de identidades de territorio, de género, de edad, de roles sociales, de religión, de ideologías, entre otros. En este caso se mostrará que algunos de estos tipos están plasmados en la literatura salvadoreña, dentro de un movimiento denominado Costumbrismo, del cual se tratará más adelante. Identidad cultural Para 1920 las temáticas más frecuentes entre los escritores eran el campesino, su entorno y su expresión oral. La incorporación del indio a la literatura era únicamente a través de la leyenda o tomado como parte de un vestigio cultural que se intenta dejar atrás (Borja, 2015). Estas se ven reflejadas en cuentos y leyendas populares, de igual forma, se puede notar el menos precio que se ejercía a los indígenas y esto mismo llevó al genocidio de 1932 en el país a manos del General Maximiliano Hernández Martínez. Sería amplio tratar este tema y Luis Borja en su tesis “Configuración de la identidad salvadoreña por medio de la literatura, como parte de las políticas culturales del martinato” (2013) hace un recuento de las obras que se rigen bajo este contexto social en El Salvador, con el fin de analizar y construir una idea de cultura salvadoreña a través de las novelas costumbristas. Desde la perspectiva de los Estudios Culturales latinoamericanos Gilberto Giménez formula una definición retomada de Clifford Geertz y de Jonh B. Thompsom y admite que la cultura es la organización social de significados, interiorizados de modo relativamente estable por los sujetos en forma de esquemas o de representaciones compartidas, y objetivados en formas simbólicas, todo ello en contextos históricamente específicos y socialmente estructurados (Giménez, 2007). Es decir, es una construcción individual que al mismo tiempo de ser compartida en una sociedad se convierte parte del vulgo (entendiendo por vulgo como sinónimo de pueblo). Dichos y Refranes El dicho es una expresión popular que por su uso común se va formalizando y un refrán es una expresión formada con una moraleja. Si bien el dicho y el refrán son usados como sinónimos aún se logran distinguir las diferencias porque a pesar de hablar el mismo idioma, las tradiciones orales van variando de región en región. Los dichos retratan situaciones del día a día e imprimen consejos de la sabiduría popular, el refrán es una frase que presenta en sentido figurado una moraleja. La moraleja es la enseñanza que se extrae de una anécdota o historia. Un dicho se convierte en un refrán cuando se populariza usándose como un refrán popular. Cultura De acuerdo con la DRAE la cultura es “Conjunto de modos de vida y costumbres, conocimientos y grado de desarrollo artístico, científico, industrial, en una época, grupo social”. No obstante la DRAE plantea que los conceptos se transforman con el paso del tiempo, sin embargo esta transformación no está muy alejada a la definición anterior y Juan Blanco (2009) menciona el aporte de la antropología acerca de la definición de cultura y dice que “la cultura es el conjunto reducido de prácticas y costumbres exóticas, en ocasiones relacionadas al folklor y la religión”. Las ideas que permiten la comprensión de las prácticas sociales constituyen la cultura es por ello que se volvió una categoría fundamental en el análisis de la sociedad, para los intelectuales de los Estudios Culturales de Birmingham. 2. Literatura en El Salvador: Costumbrismo La literatura salvadoreña enumera importantes cultivadores del cuadro de costumbres: José María Peralta Lagos, Francisco Herrera Velado y, casi contemporáneo de Salarrué, Alberto Rivas Bonilla. En todos ellos tenemos temas parecidos a los de Salarrué y una similar preocupación por captar el dialecto vernáculo del campesino salvadoreño; sin embargo, las diferencias de concepción estética son abismales (Roque Baldovinos, s.f). Para entrar al tema del costumbrismo es imprescindible no mencionar a Rafael Lara Martínez (2009) quien es de los intelectuales que reconstruye la idea del salvadoreño y retoma ciertos aspectos políticos de la época en donde esta corriente de costumbres populares tuvo su auge. La mirada de los costumbristas es siempre la del intelectual citadino que se acerca, en el mejor de los casos, con una actitud de condescendencia benevolente al mundo a la vez bárbaro e idílico del campo (Roque Baldovinos, s.f). Esta distancia se manifiesta claramente en la relación que establecen entre el lenguaje literario y el habla popular. Generalmente el primero pertenece siempre al discurso autorial y se ajusta a la norma del español literario culto. El segundo lo encontramos en los personajes y concebido como una deformación, a veces simpática, a veces tosca, del primero. En resumen, el habla popular es inculta porque el pueblo carece de cultura, la cultura popular es barbarie e ignorancia que espera ser redimida por el saber civilizado. En El Salvador, la norma de los Acuerdos de Paz abrió espacios importantes de participación ciudadana, donde diversos grupos comenzaron a exigir sus derechos desde la perspectiva de género, etnicidad, edad, entre otros, intentando ejercer sus derechos democráticos, entendidos estos como inclusión luego de décadas de autoritarismo y de una guerra civil que fragmentó la sociedad (Hernández, Huezo Mixco, & Hernández, 2008). Por otra parte, en la posguerra, nos encontramos con el fenómeno de la migración ante la falta de oportunidades. El salvadoreño vuelca su mirada hacia el norte, emprendiendo una diáspora que nos enfrenta a una multiculturalidad a la que no estamos preparados. 3. Metodología Este artículo de carácter científico pretende hacer un análisis descriptivo-interpretativo con el fin de identificar algunas expresiones con cambios fonéticos y morfológicos, características culturales representadas a través de dichos, refranes y expresiones coloquiales. La novela en estudio es Cuentos de Barro de Salvador Salazar Arrué en donde se han considerado 16 cuentos del mismo. Para el análisis, en primer lugar, se elabora un bosquejo biográfico del autor; en segundo lugar, se rastrea los contextos de recepción desde su primera aparición o lo más cercano a dicha fecha hasta el reconocimiento de la crítica literaria en el país. De tal manera que, para el estudio de los 16 cuentos seleccionados La tranquera, La botija, La honra, Semos malos, La casa embrujada, De pesca, Bajo la luna, El sacristán, La brusquita, Noche buena, Bruma, En la línea, El contagio,El entierro, La Ziguanaba, (Salarrué, 2004). se ha usado el modelo de guía de análisis que propone Giménez (2005:150-152) y se evalúan los siguientes criterios, de estos solo del 1 al 3 serán analizados: 1. Lengua: dialectos, sociolectos y modos estereotipados de interacción verbal. 2. Religión y magia: creencias, prácticas rituales de carácter religioso o mágico (ceremonias, oraciones, mandas, magia, brujería, adivinación), prácticas medicinales ligadas a la magia o la religión, el personal mágico-religioso (chamanes, brujos, curanderos, sacerdotes). 3. Vida cotidiana: a) Vida cotidiana: casa, vida familiar, compadrazgo y cultura infantil (juegos, pasatiempos, canciones infantiles, cuentos y adivinanzas) b) Trabajo: modos, tipos y sistemas de producción; herramientas de trabajo, medios de transporte, caza, pesca, agricultura, meteorología, ecología, etc. c) Vecindario y vida de plaza: formas de solidaridad e interrelación, el pueblo y el cementerio, la cantina y la sociabilidad masculina, el tianguis, la iglesia y la vida religiosa cotidiana. d) Autoridades locales: sociabilidad política y derecho consuetudinario a nivel de vida cotidiana. e) El patrimonio expresivo local: narrativa, épica y lírico popular, artesanías, dramática y prosémica, trajes típicos locales o regionales. 4. Cultura festiva o ceremonial: a) El ciclo del hombre: nacimiento, ritos de pasaje, noviazgo y matrimonio, muerte y sepultura. b) El ciclo del año: fiesta patronal, festividades anuales recurrentes, fiesta peregrinación. c) Ferias, música y danza; trova y canto popular 5. Instituciones locales y redes de sociabilidad: a) Iglesias y oratorios locales, sistema de cargos (mayordomías, cofradías, grupos de danza, autoridades políticas), santuarios regionales, organización comunal, compadrazgo, sistemas de parentesco, escuela, etc. b) Patrones de sociabilidad en el plano local y regional (usos y costumbres), patrones de comunicación oral en diferentes situaciones; caminos y rutas, red de transporte; el telégrafo, la radio y la televisión 6. Condiciones histórico-sociales: a) Proceso de evolución histórica y memoria colectiva; el discurso de los orígenes. b) Estructura económica: modos de producción, relaciones sociales de producción y articulación con el modo de producción dominante a nivel nacional. c) Sistema de distribución del poder: articulación conflictiva entre poder local y poder nacional, etc. 4. Análisis de las características culturales Para comprender los hallazgos literarios, es útil comenzar por definir que el cuadro de costumbres es ocasión para mostrar simultáneamente el virtuosismo estilístico del autor y para enunciar directamente su crítica social (Roque Baldovinos, s.f). Esta suele tener dos vertientes. Por un lado, la denuncia liberal de los atavismos bárbaros y retrógradas que lastran el arribo a la modernidad de nuestros países; y por otro, la nostalgia conservadora por la disolución de un mundo más auténtico, apegado a los ritmos de la naturaleza (Roque Baldovinos, s.f). A esto se le agrega mostrar al personaje de la época por medio de muestras de los mismos textos. Salarrué, en Cuentos de barro, no sólo lleva hasta nuevas fronteras la síntesis entre la norma literaria culta y el habla popular sino que plantea una manera novedosa de narrar, de contar, de configurar artísticamente la realidad campesina salvadoreña (Roque Baldovinos, s.f). Este libro en palabras de muchos escritores representa la identidad cultural de El Salvador, poniéndolo como referente principal del quehacer cultural del país. Es claro que a través de estos cuentos se puede visualizar las características culturales propuestas por Giménez (2005). Lengua: el español que se habla en El Salvador es considerado una variante dialectal. En el libro el escritor acuña el habla popular que coincide con la del campesino o indígena de los años veinte al cincuenta, de hecho se pueden rastrear palabras donde la pronunciación es para la academia incorrecta pero que experimentan un cambio fonético en el contexto del campo. Por ejemplo: “¡Qués nicesario que tioficiés en algo, ya tás indio entero!”, así también como: ductor, nuai, nortiando, lagua, pepenar, nuai, liayudo, bía, chingastes, lonra, jediondo, egoishto, mesmo, carculado, reiba, jlores, almágana, aflegida, diojo, umbligo,sonreiba, traiba,diahacer, entre muchas otras.(Arrué, 2004). Religión y magia: dentro del libro es evidente el pensamiento supersticioso que prevalecía en la época, en donde se dan cuenta de chamanes, mitos como el de la sihuanaba en el país, entre otros. En Esencia de azár se visualiza la fe puesta en los remedios de los curanderos, creencia de la “casa embrujada” y sobre todo en “La Petaca” se nota la ignorancia de lo que pasaba Peche María, en donde sus padres la llevan donde el “médico” a que le quite lo “malo”. En cuanto a la religión, se ve muy marcada la creencia católica y la veneración a los santos, como es el caso de El Sacristán donde Agruelio era devoto a Santo Domingo. Vida cotidiana: en este punto el cuento más representativo es La petaca puesto que, la peche María era quién hacía el quéhacer de su hogar, limpiar la casa, lavar platos, cocinar o ayudar a su madre al contrario de la función de los hombres (papá e hijo) que en el campo era su sitio, el rol de la mujer y el hombre está muy definido en este cuento. El hombre trabajador jefe de hogar y machista, la mujer sumisa y preocupada por las cosas del hogar para atender a los hijos y satisfacer al esposo. “servía para buscar huevos, para lavar trastes, para hacer rír…” (Arrué, 2004). Por lo que se refiere el campesino se dedicaba a trabajar la tierra, a pescar, hacía de albañil, elaboración de carbón , entre otras actividades para ganarse la vida, esto se puede ver en los cuentos, La botija y De pesca. CONCLUSIONES Salvador Salazar Arrué ha sido de los exponentes más reconocidos al nivel nacional por sus cuentos, en donde plasma la identidad nacional a través de una creación fonética del habla campesina/indígena. Pero, estas han cambiado a lo largo del tiempo, es decir, algunas ya están en desuso, otras en la juventud actual no tiene el conocimiento de su significado y por ende no son utilizadas. Ante esto se puede concluir que, la población mayor es la que posee el conocimiento y uso de ellas, a este fenómeno se le puede atribuir un cambio generacional, a las tecnología, a la incorporación de otra lengua y aunque estas obras son incluidas en los programas de estudio nacionales se tiende al menos precio de la cultura de los años 20. Por otra parte, si bien Salarrué plasmó la identidad cultural por medio de los cambios fonéticos que los campesinos producían, esto al mismo tiempo produce una “estigmatización de identidades” y debe entenderse como proceso en el cual el individuo llega a reconocerse como inferior o superior, llegando a convertir dicho estigma en un valor, emergiendo así, valores como la sumisión, la resignación, la aceptación gozosa del sufrimiento, la obediencia o la resistencia a la fatiga (Giménez, 2005). Es así que se ve como “ignorante” a la persona que lleva a su hija donde un sobador, al que viste con trapos viejos y sucios, al que trabaja en la milpa y dice “reiba” , al que cree que la mujer se embaraza por un “contagio” entre otros ejemplos. Si bien, se debe trabajar en la búsqueda de identidad, también debe incluirse o reconocerse que provenimos de una sociedad indígena y no estigmatizar nuestras raíces. REFERENCIAS Arrué, S. S. (1999). Narrativa completa de Salarrué. (R. R. Baldovinos, Ed.). San Salvador: Dirección de Publicaciones e Impresos. Borja, L. (2015). Salarrué: cuando la identidad se. Akademos, 23. Giménez, G. (2007). Estudios sobre la cultura y las identidades sociales . México: Colección Intersecciones. Giménez, G. (2005). Teoría y análisis de la cultura (Vol. I). México: Dirección de Publicaciones del Instituto Coahuilense de Cultura. Hernández, G., Huezo Mixco, M., & Hernández, F. (2008). Identidad salvadoreña. En C. C. Salvador, Identidad y Cultura (pág. 290). El Salvador : Cuadernos de el centro. Roque Baldovinos, R. (s.f). Reinventando la nación: cultura estética y política en los albores del 32. San Salvador: Revista Cultura. Roque Baldovinos, R. (s.f). Cuentos de Barro, cultura popular y reinvención nacional. Versión Digital. Lara Martínez, R. (2009). Balsamera bajo la guerra fría. San Salvador: Editorial Universidad Don Bosco