Es noticia
El GPS acerca el sueño imposible de predecir terremotos dos horas antes de producirse
  1. Tecnología
  2. Ciencia
¿REVOLUCIÓN CIENTÍFICA?

El GPS acerca el sueño imposible de predecir terremotos dos horas antes de producirse

Tras analizar datos de estaciones geodésicas en 90 terremotos de magnitud superior a 7, una investigación publicada en 'Science' encuentra una señal precursora

Foto: Terremoto de Turquía. (EFE/Abir Sultan)
Terremoto de Turquía. (EFE/Abir Sultan)
EC EXCLUSIVO Artículo solo para suscriptores

El último gran terremoto que ha sufrido el mundo ocurrió el 6 de febrero de este año y afectó a una amplia zona de Turquía y Siria, con una magnitud de 7,8. Murieron cerca de 60.000 personas y se registró el doble de heridos. ¿Pudieron haberse evitado estas fatales consecuencias? En las redes sociales surgió la polémica, porque algún supuesto experto aseguraba que había predicho el seísmo, pero no era cierto. Con la ciencia y la tecnología actuales, resulta imposible anticipar este tipo de eventos. ¿Lo conseguiremos alguna vez?

Hasta ahora, los científicos no han sido muy optimistas, porque no existe ninguna señal que avise de un terremoto. Sin embargo, un estudio que acaba de publicar la revista Science puede empezar a cambiarlo todo. La investigación, firmada por Quentin Bletery y Jean-Mathieu Nocquet, del Centre National de la Recherche Scientifique (CNRS, equivalente francés del CSIC), analiza datos de GPS asociados a 90 seísmos de magnitud superior a 7. El análisis estadístico muestra una señal muy sutil, pero identificable: existe una aceleración del deslizamiento de la falla relacionada con la catástrofe que ocurre dos horas antes. Nunca antes habíamos tenido una pista semejante.

Foto: Foto: Reuters/Susana Vera.

El estudio agrupa datos de 3.026 estaciones geodésicas de todo el mundo, pero concentradas principalmente a lo largo de la costa del Pacífico de todo el continente americano, Japón, Nueva Zelanda, diversos puntos de Asia y también la zona de Turquía y los Balcanes. En definitiva, aquellos lugares que han sufrido seísmos de gran magnitud y donde se han podido recopilar datos de GPS precisos muy cercanos en el tiempo. Los investigadores identifican como señal precursora un movimiento en las grandes fracturas del terreno, algo que se produce normalmente por el desplazamiento de las placas tectónicas, pero que tendría, según su análisis estadístico, diferencias identificables muy poco antes de desencadenarse un terremoto devastador.

La revista Science, además de publicar el estudio, trata de analizar la repercusión de este hallazgo a través de un artículo de Roland Bürgmann, experto de la Universidad de California en Berkely. “Si se puede confirmar”, reflexiona, “y se pueden desarrollar los medios para medir de manera fiable” esa señal precursora, “se podría emitir una advertencia”. Sin duda, estaríamos ante una herramienta que puede salvar muchas vidas en las zonas cercanas a las principales fallas del planeta. No obstante, antes de lanzar las campanas al vuelo, advierte de que “no está claro si tales aceleraciones están claramente asociadas con grandes terremotos o si alguna vez podrían medirse eventos concretos con la precisión necesaria para proporcionar una advertencia útil”.

El indicio que puede dar paso a un nuevo sistema

“Es un estudio muy interesante, un primer paso para ver si somos capaces de encontrar las señales precursoras que llevamos buscando desde los albores de la geología para predecir los terremotos”, comenta Nahúm Méndez Chazarra, geólogo y divulgador científico autor del blog Un geólogo en apuros, en declaraciones a El Confidencial. Lo cierto es que solo se trata de un indicio, porque “no sabemos si en el futuro va a servir para todas las fallas y para todos los terremotos” apunta, “pero no deja de ser digno de estudiar y analizar más a fondo”. Una vez abierta esta puerta, “seguramente más grupos de investigación se pongan a darle una vuelta”.

placeholder Destrucción en el terremoto de Turquía. (EFE)
Destrucción en el terremoto de Turquía. (EFE)

Los geólogos definen los terremotos como una “liberación brusca de energía elástica almacenada en las rocas”. Dicho de otra forma, en el entorno de una falla “las rocas se empujan las unas a las otras como consecuencia de la tectónica de placas hasta que, de repente, toda esa fuerza se libera”, comenta el experto. Ahora, Bletery y Noquet, autores del estudio, “se han dado cuenta de que justo antes de que ocurran hay una aceleración en el movimiento, como si la falla se deslizara un poco a dos horas del gran terremoto”. Esa señal no es nada evidente, ya que solo se ha podido detectar fruto de un exhaustivo análisis estadístico de los datos de GPS de las estaciones geodésicas repartidas por lugares próximos a grandes eventos sísmicos.

“Estamos acostumbrados a llevar GPS en el coche o en el móvil para localizarnos, pero en esas estaciones fijas a los geólogos nos sirven para cuantificar el movimiento de los terremotos, cuando se producen, o de la tectónica de placas”, explica. En realidad, estos movimientos son muy lentos o se aprecian al cabo de mucho tiempo, por eso haber detectado esa leve aceleración del deslizamiento de una falla asociada a los momentos previos es toda una novedad que dará paso a nuevas investigaciones. “La señal que han encontrado es muy tenue, en el propio trabajo reconocen que estamos lejos de poder aplicar este resultado a la predicción sísmica”, afirma Méndez Chazarra, así que “nos queda por delante, pero lo importante es que se abre un camino que no teníamos”.

placeholder Sismógrafo.
Sismógrafo.

Qué necesitamos ahora

Para desarrollar un verdadero sistema de alerta basado en los movimientos que pueda captar el GPS, sería imprescindible contar con “un poco más de sensibilidad que permitiera discriminar y detectar bien estas señales”. Para empezar, habría que contar con una red más grande de estaciones que midieran la posición, pero también que lo hicieran de una forma más precisa a lo largo de todas estas fallas donde se producen los terremotos de nuestro planeta, sobre todo aquellas que son capaces de provocar un seísmo más destructivo.

Encontrar que un movimiento concreto es una señal clara de un terremoto posterior es mucho más complejo que detectar un patrón en una gran serie de datos agrupados y analizados posteriormente, como hace el artículo de los investigadores franceses publicado en Science. Para desarrollar un sistema útil capaz de alertar a la población, habría que contar con la tecnología necesaria para captar la aceleración del deslizamiento de la falla en tiempo real y, por supuesto, conectarlo con un sistema de alerta temprana.

placeholder Simulación de un terremoto en una escuela. (EFE)
Simulación de un terremoto en una escuela. (EFE)

Esta última parte es la más sencilla. De hecho, España ya cuenta con un sistema de alertas a móviles que permite enviar mensajes de Protección Civil. Muchos países acostumbrados a los grandes terremotos tienen esta maquinaria engrasada para evitar males mayores cuando se detecta un seísmo. Aunque es imposible avisar a las zonas más cercanas al epicentro, “las ondas sísmicas se transmiten de forma más lenta que la información”, comenta el experto. Así que cuando las primeras estaciones detectan que se está produciendo un temblor de gran magnitud, pueden dar la voz de alarma de forma automática a lugares más alejados que también sufrirán las consecuencias. Así, “da tiempo a que la gente puede protegerse y a parar los metros o los ascensores”. Este tipo de alertas están muy desarrolladas en Japón, donde se emiten incluso por televisión, pero también en otros países como EEUU y América Latina. Las alertas por tsunami dejan un mayor margen de tiempo. Por ejemplo, la Universidad de Málaga ha calculado que, ante un terremoto submarino en el Golfo de Cádiz, las costas andaluzas se verían afectadas entre 50 minutos y una hora más tarde.

Por lo tanto, si la investigación del CNRS acaba derivando en una tecnología fiable que anticipe un terremoto, solo habría que acoplar la información a este tipo de sistemas. “Habría que tener la capacidad de hacer esa medición en todas las fallas que son susceptibles de provocar grandes terremotos en la Tierra, realizar los análisis de la señal en tiempo real y dar la voz de alarma, pero antes hay que verificar que este estudio realmente tiene esa utilidad y es aplicable en todos los escenarios”, explica el geólogo.

Foto: Terremoto en Turquía. (EFE/EPA/Refik Tekin)

Conseguirlo sería casi una revolución científica, porque tradicionalmente “hay una visión muy pesimista dentro del mundo de la sismología sobre la predicción sísmica, normalmente pensamos que, si no es imposible, es extremadamente difícil y que, desde luego, está fuera totalmente de nuestras capacidades actuales”, destaca. Los expertos tienen identificadas las zonas de riesgo e incluso la frecuencia con la que ocurren los grandes terremotos, pero ponerles fecha y hora o encontrar señales precursoras sigue siendo “el Santo Grial de la geología”.

No será porque no se haya intentado a través de todo tipo de sistemas. Desde mediados del siglo XX se han estudiado todo tipo de indicios físicos y biológicos: el comportamiento de los animales, la emisión de gases, la radiactividad ambiental, los cambios en la ionosfera o en el campo magnético del planeta… Nada es concluyente. De hecho, algunos científicos no descartaban que no hubiera ningún tipo de señal o que, simplemente, nunca tengamos los medios para reconocerla. Veremos si este es el primer paso en firme.

El último gran terremoto que ha sufrido el mundo ocurrió el 6 de febrero de este año y afectó a una amplia zona de Turquía y Siria, con una magnitud de 7,8. Murieron cerca de 60.000 personas y se registró el doble de heridos. ¿Pudieron haberse evitado estas fatales consecuencias? En las redes sociales surgió la polémica, porque algún supuesto experto aseguraba que había predicho el seísmo, pero no era cierto. Con la ciencia y la tecnología actuales, resulta imposible anticipar este tipo de eventos. ¿Lo conseguiremos alguna vez?

GPS
El redactor recomienda